JORDAN RESUCITA AL VAMPIRO
El irlandés Neil Jordan retoma el género terrorífico con 'Byzantium' leyendo, de paso, la cartilla a la subcategoría vampírica adolescente encumbrada por 'Crepúsculo'
No hace falta ser ningún Carlos Boyero para adelantar qué
estrenos se llevarán la atención del público este fin de semana. Salvo
catástrofe El gran hotel Budapest, de Wes Anderson, Non-Stop, el thriller
aéreo del asentadísimo Jaume Collet-Serra y la ficción bisbaliana Tú y yo
ocuparán el podio en este penúltimo fin de semana de marzo. Sin embargo, asoma
con sensatez y paso firme un trabajo con multitud de credenciales que,
lamentablemente, no garantizan longevidad en las salas.
Byzantium es el último trabajo de Neil Jordan que busca
dignificar el pseudogénero protagonizado por vampiros con acné. El film tuvo
una buena acogida en el pasado festival de Sitges -uno de los máximos
referentes mundiales en cuanto a cine fantástico- y cuenta, además, con la
presencia de una pareja femenina de gran atractivo. Gemma Arterton (Quantum of solace (2008) con un aura paternal que convive con su naturaleza de súcubo y la
tierna Saoirse Ronan (El gran hotel Budapest, Hanna (2011), una de las actrices
jóvenes con más prestigio del panorama. Sin embargo, el reclamo protagónico se
convierte en anécdota al repasar la filmografía de uno de los directores más
talentosos que ha parido Irlanda.
Surrealista a veces (Desayuno en Plutón (2005), otras sastre de corte clásico (El buen ladrón (2002), difusor de voces de denuncia contemporánea (Juego de lágrimas (1992) o que bucean en la historia reciente (Michael Collins (1996), siempre ha resaltado en su filmografía su devoción por el cine fantástico en general y de terror en particular. Muchos de los más grandes cineastas del momento mostraron su amor por este género aunque pocos han continuado el romance, es de suponer que por designios de la industria. Ahí están los ejemplos de James Cameron, que arrancó su filmografía con Piraña II (1981); Spielberg con El diablo sobre ruedas (1971); Coppola con su Dementia 13 (1963), en asociación con Roger Corman o Pedro Almodóvar -éste en los últimos tiempos-, al que se le ha comparado en más de una ocasión con el propio Jordan por sus personalísimos universos y que desató su vena más perversa en La piel que habito (2011), inspirada en el clásico del cine de terror de los sesenta Los ojos sin rostro (1960), de George Franju, aunque se trate de una adaptación de Tarántula, novela de Thierry Jonquet.
Neil Jordan inició su carrera con la aclamada En compañía de lobos (1984) pero, a diferencia de la mayoría de sus coetáneos (hay excepciones como
el Drácula (1992) de Coppola) no ha abandonado este maravilloso género. Maravilloso
siempre que se lea de manera correcta. Ya lo decía Alex de la Iglesia,
referente del cine fantástico estatal: “No me gustan las películas de terror
‘dónde está Mary’, en las que aparece un adolescente buscando a su novia en una
casa abandonada, a oscuras… De repente oye un ruido, se asusta y musita “¿Mary?
No, es el gato”, y de repente se lo cargan”. Efectivamente Jordan ha sabido
dotar a la práctica totalidad de sus obras y, por supuesto, a sus films de
terror de una hondura apreciable. Si en En compañía de lobos el irlandés
reinterpretaba el cuento de Caperucita Roja, en esta Byzantium asoman indicios
de similar temática. Asimismo, el cineasta conjuga con maestría los rojos,
vehículo cromático de la pasión, la sangre, el peligro, lo prohibido.
El responsable de Entrevista con el vampiro (1994) retoma esta
senda vampírica adecuándola a la coyuntura. Tan antiguos como el propio medio
-Melies ya rodó en 1896 Le manoir du diable (La mansión del diablo)
sobre el tema-, el género de los chupasangres ha proporcionado al cine
incunables como el Nosferatu (1922) de Murnau, moderneces como Blade (1998), reflexiones podría decirse
que de autor como en Cronos (1993) o Déjame entrar (2008), evasiones de serie B como
Blackula (1972), mitos como Christopher Lee o Bela Lugosi que hasta tiene un sello…
Interminable vivero argumental, el malo por antonomasia de la historia del
séptimo arte va hoy al instituto. La almibarada y culebrónica saga de
Crepúsculo (si quieres ver el enlace búscalo tú) es el máximo exponente pero no
hay que perder de vista buenas adecuaciones como el remake de Fright night (2011).
Poquita cosa más.
Chica Bond y la 'libre' y precoz Saoirse
Llama la atención también en el film la pareja protagonista.
Gemma Arterton, chica Bond en Quantum of solace (2008), obtiene de manos de Jordan su
papel más interesante en años, rol que parece desplegar con soltura. Nada que
ver -en cuanto a su filmografía- con la imparable carrera de Saoirse Ronan. Saoirse,
que significa libertad en gaélico, nació en el Bronx aunque se trasladó a Irlanda
a los tres años. Hija del actor Paul Ronan, con tan sólo 19 añitos ya ha
sido candidata como actriz de reparto a los Oscar, Bafta y Globos de Oro en
2008 por Expiación, más allá de la pasión. Dos años más tarde, la academia
británica volvió a tenerla entre sus posibles triunfadoras por su
interpretación en la cinta de Peter Jackson The lovely Bones (2009). Este excepcional
arranque en su carrera le ha proporcionado ya protagonistas en producciones de
esencia comercial como The host (2013) o Hanna (2011) e incluso en proyectos más personales
como How I live now (2013) del versátil Kevin McDonald. La prueba de su innegable
vigencia es su aparición también en El gran hotel Budapest, ganadora del Oso de
Plata en la pasada Berlinale y aspirante a reventar taquillas desde hoy.
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