TAMBIÉN TRAMPOSA
En mi vida. Siempre me habían dado cosica las series en
general. Más allá de las sitcom o de algunas con una continuidad
relativa en la que se puede disfrutar de capítulos aislados nunca había
seguido una serie con la única excepción del Sherlock de la BBC que, en
realidad, se emitió en formato tv movie con temporadas de tan sólo tres
capítulos. Y es que ésa es la primera de las pegas que le achaco a este formato
y aquí va un alegato más que poco popular en lo catódico.
Asiduamente las
series abren con festividad y despreocupación varias líneas argumentales que,
parece, van a desembocar en una catarsis narrativa antológica. Asiduamente esas
líneas argumentales se remachan burdamente en desenlaces decepcionantes. Es
como si uno saliera del cine en mitad de Indiana Jones IV y dijera: “Pues no
está mal”. El incauto desconoce el surrealista tercer acto que se avecina.
Las series son, además y también asiduamente, productos por lo general de menor
presupuesto y mayor metraje que un largo por lo que su calidad se
resiente en apartados, para mí, trascendentales como la dirección artística, la
fotografía… Son, a menudo, dirigidas por varios cineastas por lo que suelen
carecer de consistencia estilística, los actores que las interpretan suelen ser
peores… Y, para finalizar, creo que su narrativa capítulo a capítulo es
tramposa, siempre en un tímido in crescendo hasta alcanzar el clímax en el final
del episodio para dejar suelta una, si no más, incógnitas de cara a la
siguiente entrega.
Bien. El sabor de boca que me ha dejado esta supuesta obra
maestra de la televisión -según unos críticos que, en su mayoría, recularon, en
el tramo final de la serie, cómo no- ha sido el esperado. No me ha sorprendido
descubrir los errores que atisbaba y que, intuyo, se repiten con frecuencia en
estos productos. Sin embargo, he de reconocer que la serie describe con
maestría las personalidades y la relación de dos caracteres tan antagónicos
como similares. Complejos e inquietantes. Por seguir con este rollo antiseries,
creo que con tanto metraje indagar en los perfiles de los personajes es prácticamente
obligatorio aunque también reconozco que los semblantes de Cohle y Hart están dibujados con atrevimiento, ingenio y coherencia. Sobre todo la de un Rust Cohle metafísico relatando el caso Lone Star tras Lone Star. Y es que lo de Mathew MacCounaughey últimamente es acojonante. Quién te ha visto y quién te ve.
True detective es, realmente, un producto por encima del
cine en términos generales, si nos evadimos de los inconvenientes seriales que
he descrito anteriormente. Es decir, a lo largo de sus ocho capítulos, la serie
va incrementando la tensión y la intriga con varias líneas argumentales
pertenecientes a una trama única mientras se adentra en los universos de Cohle
y Hart y, de paso, contenta al público medio con subtramas personales. Pero,
cuando llega la hora de levantar las cartas, el castillo de naipes se viene
abajo.
'SPOILER TIME'
Lo decepcionante de True detective es, insisto, un desenlace
incomprensiblemente simple. Incomprensible porque entiendo que en series como
Perdidos, que se alargan de manera artificial por designios de la audiencia,
los finales sean abruptos y desconcertantes. Pero en una serie de ocho
capítulos rodados con anterioridad a su emisión… No entiendo. Los seguidores de
la serie se preguntarán porque Cohle y Hart zanjan una investigación de 17 años
bajándose a un redneck pirado. Y ésa es otra. Una serie tan personal y atípica
no podía tener un malo más común. ¿Qué ha pasado con los Tuttle joder?
Realmente el pirado de las cicatrices no era más que el colgado master dentro
de la serie de rituales vudú que, parecía, iban, al ser destapados, hacer
tambalear los cimientos políticos de Louisiana. Tampoco me quedaron muy claras
las inquietantes alusiones al Rey amarillo, el compendio de relatos de terror de Robert W. Chambers que
ha batido récords de ventas tras su mención en la serie, y Carcosa.
Así que, en contra de la opinión popular, sigo prefiriendo
el cine. Vale, de las casi ocho horas de metraje de True detective, seis o siete
son hipnóticas pero es que ahí está el truco. Dejando a un lado el capítulo inicial que, creo, peca de un
arranque poco esclarecedor y el mencionado y fraudulento desenlace,
la serie es más que disfrutable. Es buena. Pero el quid de la cuestión es que
patina en los mismos charcos que todas según tengo entendido y desde mi
ignorancia en el tema. Es decir, es tramposa como las series en general. Probaremos con otra. En el futuro. Tras muchas pelis.
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